Bienvenidos al mundo que he recorrido en mis vaqueros.
Espero que disfrutéis de las vistas.
En el momento en que nacemos estamos enteros. A medida que vamos creciendo nos vamos partiendo en trozos, pequeños o grandes. Da igual. El caso es que nos fracturamos, nos hacemos sangre, nos desgastamos…
Al principio no nos damos cuenta: somos demasiado críos, estamos demasiado ocupados aprendiendo las reglas del mundo como para darnos cuenta de nada. Y los trozos son pequeños.
Pero a medida que uno crece, se va viendo cada vez más incompleto, más gastado. Y entonces empieza la búsqueda.
Empezamos a buscar por todas partes trozos. Trozos que sustituyan los que faltan. Buscamos con desesperación la forma de volver a sentirnos plenos, enteros.
Arrancamos, a veces a base de amor, a veces con desesperación y sin miramientos, trozos de aquello que nos llena. De personas, de paisajes, de momentos, de sueños, de deseos, de oraciones…

Porque nos sabemos incompletos, y tenemos la necesidad de volver a ser plenos, porque hubo un día en que así lo fuimos. Buscamos porque anhelamos la plenitud. Y la búsqueda constante es lo único capaz de hacernos sentir, aunque sea por un instante, llenos del todo.
Israel Barranco

No hay comentarios: