Bienvenidos al mundo que he recorrido en mis vaqueros.
Espero que disfrutéis de las vistas.

Ciclos. Otoño


Otoñecía. Ya adentrado, bien metido en los huesos. Lo noté por el aire, que se hizo más denso. El viento traía las manos húmedas, como si hubiera andado escurriéndoles los cabellos a las sirenas del norte.
Otoñaría, porque todo se colmaba de nubes grisáceas. Apelmazadas, cubrían los cielos hasta el fin del mundo. Hasta más allá de los confines de la tierra.
Otoñaría. Lo sentía en los labios, que se me agrietaban por el frío y por el paso de los años. Otoñaría aquel año, como tantos otros.
Las águilas sobrevolaban el prado enverdecido. Danzaban, hipnóticas, en círculos infinitos. Viciadas en sus propios vuelos. En sus chillidos eufóricos. Salvajes, como la libertad en estado primigenio.
Ellas eran las que marcaban el tiempo. Siempre lo habían sido. Aquel año, entre las plumas pardas de sus alas, el aire tañía distinto. Sonaba de un modo extraño.

Otoñecía, sí. Pero no como siempre. Aquel otoño se presagiaba diferente.

Israel Barranco
Tengo una buena noticia navideña que compartir con vosotros.

Digitools ha otorgado el I Premio del I Concurso de Relato Breve a "Los Tres Días de Duende", un relato que escribí y que veréis pronto en edición ebook.

http://blog.digitools.es/

La confianza entre dos personas se basa en
el conocimiento de que el otro no va a dañarnos,
y que pondrá esfuerzo y empeño en no lastimarnos sin querer.
Por eso, cuando la confianza se rompe,
es muy difícil continuar sintiéndose seguro en esa relación.
Haber recibido un golpe cuando estábamos con la guardia baja nos noquea,
y nos predispone a levantar barreras alrededor de nosotros,
con la finalidad de que ningún otro ataque inesperado nos haga sangrar.

Israel Barranco

Es la experiencia de vacío. De encontrarte, de repente, en medio de ninguna parte. Saberte lejos de todo, de todos. Nada.

Soledad que pesa en los hombros. Que ha pesado desde siempre, desde que uno toma conciencia de la propia identidad. Soledad que se aferra con demasiada familiaridad, a las manos, al cuello. A cada centímetro de piel que acoraza, inexorable.

                Que se busca. Soledad amiga. 
                              En ella no hay dolor. 
    No existen las heridas de los otros, ni siquiera las puñaladas de la vida te alcanzan.

Y sin embargo, pesada carga. Todo el peso del mundo recae sobre una única espalda. Demasiado pequeña, ¿verdad? Demasiado solitaria como para arrastrar la montaña. Ni a base de fuerza, ni de tesón, ni de fe.
Soledad que endurece. Aleja, y aleja, hasta el infinito. Tan lejos donde nadie pueda llegar, donde nadie pueda alcanzar las fisuras del disfraz de autosuficiencia y poder.
Sin disonancias que rompan el equilibrio, ni música más que la propia. Sin nadie que perciba las lágrimas, ni los defectos. Desde la cima, uno no puede permitirse parecer blando.

Soledad ansiada y odiada. Esfuerzo en crear alas de plumas y cera para volar cerca del sol. Quizá con la esperanza de que el sol derrita las alas, la cera y la coraza, y nos devuelva algún día a alguna tierra menos extraña.

A algún cielo menos vacío.


israel barranco

Hoy tampoco podré dormir. Lo sé: Ya escucho a mi corazón galopando, sollozándome en el pecho. Esta noche será de esas en que no conseguiré ahogar bajo las mantas los bocados agrios de la existencia. Tal vez libere algunos monstruos.

Hoy no podré dormir. Habrá constelaciones completas girando y girando en mi habitación, proyectando sombras peligrosas en las paredes. Habrá sonetos que floten en mi almohada. Tal vez libere canciones que te traigan a mí. Que suavicen un poco el hueco acusado de tu ausencia.

Tal vez esta noche me vaya, a donde siempre voy. A donde nunca he estado. A algún tejado de zinc de esta ciudad, o de cualquier otra. Puede que esta noche me haga agua, y elija caer con ruidos sordos en tu ventana, para llamar tu atención. Aunque mi consciencia no quiera. Puede que dirija algún barco de papel, que flote por cualquier río, mar u océano que se aleje de ti.

Esta noche no podré engañar al alma, lo sé.

Así que tal vez encadene mi mirada a los límites conocidos de la sábana. No, no me permitiré buscar ni una vez más el rastro embriagador y dañino que has colocado, cuidadosamente, a mis pies. Ya conozco las trampas con las que cazas.

Esta noche no podré dormir. Ya sé. Pero no habrá ninguna cenicienta traicionera que se me escape a medianoche. Estaré bien despierto, velando. Espantando tus fantasmas de mi cama.

Israel Barranco


¿Y si un día los hombres se levantaran de forma diferente? Quizá, bajo una mañana con un color distinto.
Y si nos aferráramos a todas las manos que encontráramos, sin importar a quién pertenecen. ¿Quién nos detendría?
Quizá una ola gigante latiera desde la unión de los dedos, y destruyera todo a su paso. Como un terremoto creador, que derrumbara casas, hospitales, bancos y templos.
Quizá el hombre aprendiera a dibujar, de una vez, los trazos del Bien y del Mal, consciente del daño que provocan en este paraíso saqueado que es la vida. Que es el mundo que hemos construido. Y que hemos destruido.
¿Y si nos negáramos todos a ir a trabajar? Si nos negáramos a conceder valor al dinero. Si no encendiéramos la radio ni la televisión. Si quemáramos los periódicos y destrozáramos los ordenadores.
¿Y si de verdad nos preocupásemos por el hambre, y diéramos de comer a los hambrientos? Si ésa fuera la prioridad.
Avanzar, a lo largo del globo, hasta recorrerlo entero. Avanzar, de la mano, formando una muralla que ninguna ola de egoísmo ni podredumbre pudiera atravesar. A nuestro paso, curar. Alimentar. Acunar. Donar.
Quizá, bajo los pies descalzos, el mundo vaya adquiriendo un nuevo color. Quizá lo lavemos del todo, a base de sudor y lágrimas de arrepentimiento.
Quizá consiguiéramos volverlo digno, reconocible. Quizá aprenderíamos a llamarlo hogar.

Israel Barranco

El ser humano no es la especie más fuerte del planeta. No somos la más rápida, y puede que ni siquiera la más lista. La única ventaja que tenemos es nuestra capacidad para cooperar, para ayudarnos mutuamente.  Nos reconocemos los unos en los otros, y estamos programados para la compasión, el heroísmo y el amor. Y esos son los elementos que nos hacen más fuertes, más rápidos y más listos. Es la razón de que hayamos sobrevivido. Incluso de que queramos hacerlo.

Touch

Uno de los cuentos que nos hacen creer desde que somos pequeños es que tenemos el poder de conseguirlo todo. Que todo depende de nosotros, que con esfuerzo podemos llegar adonde queramos. Que no hay nada que no podamos tener.
Y todo es falso. Es falso porque hay demasiadas cosas que no podemos controlar, demasiados factores que no penden de nuestra voluntad, o que se mueven por inercia propia (movimiento que no siempre coincide con el de nuestro carácter).
Ahí llega la depresión, la tristeza. Porque, tarde o temprano, todos acabamos por darnos cuenta. Los niños crecen, y se terminan los finales idílicos, la sensación de invulnerabilidad desaparece.
Hay quien se resigna, baja la cabeza y se deja arrastrar por la corriente. Hay quien se aparta del mundo, quien se estrella al negarse a asumir su fracaso. Quizá los jóvenes seamos más propensos a estrellarnos, y a medida que nos vamos haciendo mayores, vamos agotando la batería, y comenzamos a renquear. A dejar de luchar batallas perdidas.
Supongo que el secreto está en aprender a aceptar. No a resignarse ante todo. Pero sí a aceptarlo. Aceptar que a veces, pones todo tu esfuerzo, todo tu trabajo, y resulta que es insuficiente. Aceptar que no somos dioses, ni titanes. Que tenemos fuerzas limitadas, que nos equivocamos. Aceptar que a veces no somos suficientes. Que a veces nada de lo que tenemos es suficiente. Que no somos tan únicos, ni tan especiales. Que en el mundo de verdad nuestra cara es una más entre la multitud.
Aceptar que hay dentro de nosotros cosas que no siempre funcionan bien. Que no somos perfectos, que a veces podemos ser malvados o egoístas. Que tenemos que aprender a dormir con decisiones equivocadas en la almohada, y que otras decisiones pueden dolernos toda la vida. Que no somos santos, ni somos los protagonistas de la película. Ni los más guapos, ni los más graciosos, ni los más simpáticos. Que a veces caemos mal a la gente. Que tenemos el culo gordo, o las orejas de soplillo.
Aceptar debe ser el primer ejercicio que se ponga en práctica cada mañana. Creo que ésta es la única forma de sobrevivir. Si no, la vida se transforma en una cosa horrible, en la que apenas tenemos tiempo de recuperarnos de un fracaso, cuando ya tenemos otro problema delante.
Y así hay gente que se va hundiendo en un agujero oscuro. Gente que se vuelve tan sombría que es capaz de robar la luz de un día claro. Gente que transforma las aventuras en ataques de pánico, y las relaciones con los demás en una sucesión de odios y lágrimas que no tiene sentido ninguno.
Y yo no quiero ser como ellos. Por eso me empeño en aceptar. Me prohíbo que los fracasos me arruinen las semanas, y que los NO me hagan sentirme insuficiente y pequeño como persona. Esta postura puede parecer la más sana y fácil de asumir del mundo, pero la verdad que es que supone un esfuerzo terrible. Consiste un pulso constante contra las propias emociones.
Pero, y si no ¿qué nos queda? Nuestra reacción ante las situaciones es lo único que nos pertenece por completo, que es enteramente nuestro. Podemos arrastrar los fracasos como pesadas cadenas, o utilizarlos para analizarnos por dentro y crecer. Lo externo no nos pertenece: pertenece al mundo. Al mercado, a la nota media, a los gustos de otros, al IVA y a las entrevistas de trabajo.
Lo que es nuestro, lo que no puede trastear nadie más, es lo que sucede dentro de nuestro corazón. Y sobre ello sí que podemos ejercer control.
La felicidad consiste en controlar lo que es controlable. Y dejar el resto para que la vida lo desenrede como quiera. Y, sea lo que sea, aprender a aceptarlo con una sonrisa.

iBarranco




"El día de hoy marca el punto y final de una etapa. De una etapa de camino compartido, de lucha, de formación. Ahora salimos al mundo de verdad, pero eso no tiene por qué cambiar lo que somos, o nuestras ganas.  Porque el futuro hoy es nuestro. Así que salgamos afuera, con la cabeza alta. A coger lo que es nuestro por derecho propio."
iBarranco.
Fragmento del Discurso de Graduación.


"now you're just somebody that I used to know"
Era un niño con mirada de viejo. De cansado. Y sin embargo, desde el fondo de los ojos le relucían, tenuemente, sus ilusiones de niño.


iBarranco
Huele a cambio y a emoción contenida.
A verano que se acerca y a final.
Huele a cosas que se acaban, y a espacio para realizar nuevas elecciones.


El futuro siempre ha tenido ese olor especial.
Como a presagio incandescente. Y a amaneceres tímidos.

iBarranco

-Me encantaría vivir aquí -dijo Max.
-Sí. Iba a ser un sitio donde sólo pasaría aquello que quisieras que pasara -dijo el monstruo, encogiéndose de hombros- Supongo que si ya no puede ser pues… acabaré comiéndome los pies.

Donde viven los monstruos.


Eran jóvenes, pero habían vivido deprisa. Adolescentes tardíos, o ancianos prematuros, quién sabe.
-Abrázamedijo ella.
Y él, como tantas otras veces, la abrazó sin rechistar. Ella enterró la cara en el pecho y le olió el corazón.
Él apretó más fuerte. Ella era pequeña, y intentaba rodear con sus brazos la espalda -y no conseguía nunca abarcarlo entero-. Ella era seguridad. Era olor a jabón, risas y mordiscos.
Ella era –él lo sabía bien –lo más parecido a un hogar que conocía.
Vivían en mundos distintos, con ideas distintas, con vidas distintas.
Pero del corazón hacia adentro, ambos habían colocado un felpudo en el suelo en el que ponía: “Bienvenido a casa”. Y ahí era donde vivían todo el tiempo que podían.

iBarranco 

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido si encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta.

Nos hicieron creer la formula de "dos en uno" , dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que esto tiene nombre: anulación.
Que solo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.

John Lennon

Las Habichuelas Mágicas


A veces plantamos lo necesario para poder ascender alto. Más alto.
No importa el precio.

Y cuando bajamos, nos apresuramos a talar la planta.
Para asegurarnos de que nuestros demonios no puedan bajar tras nosotros.



























El vacío es la consciencia de la no existencia de ningún cuerpo.
El silencio es el vacío necesario en el que se propaga la voz del alma.






























iBarranco

Hoy ni siquiera me he dado cuenta que estrenábamos mes.  Y es que la vida se nos escurre de entre los dedos, sin que nos demos cuenta.
Y así estamos camino de la primavera, en un año que acabamos de estrenar. Así estamos, a cinco meses de terminar con la vida tal como la conozco ahora.

Y de repente, en una mañana cualquiera de un día cualquiera, mi mente se pierde en algún lugar de mis apuntes, justo en la página 18. Y las letras se vuelven borrosas a medida que miramos más allá del papel.

La vida se ha precipitado a tu paso. Han caído casas que parecían sólidamente construidas. Han caído, aprisionando entre sus escombros, caras conocidas. Caras que amas.

Se han abierto brechas en algún lugar de la telaraña que han desestabilizado la red.  Ha caído la enfermedad, como un bloque de hielo pesado, y ha empezado a derretirse a tu alrededor. El agua fría hace ver las cosas de otra manera.
Han aparecido arrugas en los ojos, de tanto mirar forzado. Se ha desgastado la piel de las manos, de tanto tirar de las cuerdas que mantienen unido el hogar.

La vida en Febrero es como un caleidoscopio deformado por la sal. Sal de lágrimas, sal de sudor y de esfuerzo. Sal de flotar entre las olas: que a veces vienen y a veces van.
Se desfiguraron la tierra y el cielo. Se deforma el futuro, precipitándose a mi encuentro. Se rompieron las seguridades cuando comprendí la fragilidad de las cuerdas que mueven las marionetas.

Y aquí me veo, a las puertas de la primavera. Con un invierno más a las espaldas, y sin haber avanzado demasiado.
Aquí me veo, solitario. Con el conocimiento de la vida, como alas plegadas, que pesan a mis espaldas –pero algún día me permitirán volar –.
Con la sombra del pasado pegada a los pies –ésos que me trajeron a este recodo del camino –.
Con un sol cegador frente a mí. Que deslumbra, y apenas deja ver más allá.

Solo y ciego.
Cegado por la misma luz que me alumbraba.

Israel Barranco

Soplaré y soplaré y tu casa derribaré


El amor y sus formas.
Maneras brutas,
suaves.

Manos delicadas que acarician
manos que estrechan con fuerza.

Besos de húmeda ternura.
Labios que hieren.

Amor de padre, de madre, de hijo, de hermano.
Amor de amigo, de nieto y de abuelo.
Amor de mujer y de seno materno.
Amor de sexo, de vida y de asfalto.

El amor.
El amor y sus formas.

iBarranco
Hasta las estrellas más brillantes se queman. Todo tiene su fin en el tiempo y el espacio. Gracias a Dios, porque si no acabaríamos cansados de la vida. El punto y final otorga un sentido y una lógica a la frase. La hace comprensible. Y es que hasta la belleza cansa... Así que gracias, finitud!




iBarranco
La perfección se llena con las cosas de todos los días. Con los platos de lentejas, con los suspensos y los aprobados. Con las huellas de barro los días de lluvia y con el sudor del trabajo bajo el sol.


La perfección, en realidad, tiene aspiraciones de pequeñez.
Así cabe mejor por las ranuras de la vida.


iBarranco
"Aprender de tus errores es de sabios.
Formar parte de ellos, de genios."
"La vida es un acto de resistencia y de reexistencia"
Aquella mañana el tiempo estaba nublado. No había galletas en el mueble y hacía frío.
Olía a café.
Y entonces fue cuando decidió que aquella mañana era maravillosa.
Y que todas las mañanas iban a ser como aquella.
Si, aquella mañana olía a café. A café recién hecho.

Israel Barranco
Todo lo que necesito en este momento es un abrazo. Un gesto tan antiguo como la humanidad, y que significa mucho más que el encuentro entre dos cuerpos. Un abrazo quiere decir: no me amenazas, no tengo miedo de estar tan cerca, puedo relajarme, sentirme en casa, estoy protegido y alguien me comprende. Por favor, abrázame ahora –le pido.

Aleph. Paulo Coelho
La vida es muchas cosas.

Vida es rendirse y vida es seguir adelante. Vida es llorar, y es reír. La vida oscila, constantemente, en esa tesitura de lo dual. Bien, mal. Feliz, triste. Correcto, incorrecto. Y ahí en medio estamos nosotros, bailando de un extremo a otro, a veces, rozando límites. A veces sin saber muy bien hacia qué lado tirar.

La vida es lo inesperado. Y es aprender a reaccionar ante ello.
Reacción de bloqueo, de huida o de ataque.

A veces nos sorprendemos de nuestras propias fuerzas, totalmente inconscientes a su potencial hasta el momento justo en que debemos tirar de ellas. A veces nos caemos, porque calculamos mal el salto y no llegamos.

Entonces vida es levantarse, enjuagarse las rodillas con betadine y empezar a caminar otra vez.

Israel Barranco