¿Y si un día los
hombres se levantaran de forma diferente? Quizá, bajo una mañana con un color
distinto.
Y si nos aferráramos
a todas las manos que encontráramos, sin importar a quién pertenecen. ¿Quién
nos detendría?
Quizá una ola gigante
latiera desde la unión de los dedos, y destruyera todo a su paso. Como un
terremoto creador, que derrumbara casas, hospitales, bancos y templos.
Quizá el hombre
aprendiera a dibujar, de una vez, los trazos del Bien y del Mal, consciente del
daño que provocan en este paraíso saqueado que es la vida. Que es el mundo que
hemos construido. Y que hemos destruido.
¿Y si nos negáramos
todos a ir a trabajar? Si nos negáramos a conceder valor al dinero. Si no
encendiéramos la radio ni la televisión. Si quemáramos los periódicos y
destrozáramos los ordenadores.
¿Y si de verdad nos
preocupásemos por el hambre, y diéramos de comer a los hambrientos? Si ésa
fuera la prioridad.
Avanzar, a lo largo
del globo, hasta recorrerlo entero. Avanzar, de la mano, formando una muralla
que ninguna ola de egoísmo ni podredumbre pudiera atravesar. A nuestro paso,
curar. Alimentar. Acunar. Donar.
Quizá, bajo los pies
descalzos, el mundo vaya adquiriendo un nuevo color. Quizá lo lavemos del todo,
a base de sudor y lágrimas de arrepentimiento.
Quizá consiguiéramos
volverlo digno, reconocible. Quizá aprenderíamos a llamarlo hogar.
Israel Barranco
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